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martes, 16 de mayo de 2017

Cuando alguien comienza a contar algún cuento de viejas, todos despiertan, prestan atención y escuchan boquiabiertos


"Si en una iglesia en la hora del sermón se está hablando de algo serio, la gente bosteza, se aburre y se asquea; pero si el voceador (quiero decir el orador) comienza, como suele ocurrir, a contar algún cuento de viejas, todos despiertan, prestan atención y escuchan boquiabiertos." (Erasmo de Rotterdam)

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